![]() ![]() Francia, la colonia predilecta de la NBA La llegada en 2001 de Tony Parker a la NBA ha abierto un nuevo mundo: Francia, nueva colonia predilecta. En cinco años, siete jóvenes jugadores galos marcados por un patrón parecido (muy atléticos, de raza negra y con sentido táctico y de equipo), han dado el salto a la NBA: Diaw, Pietrus, Gélabale, Petro, Parker, Turiaf y, ahora, Diawara. Muchos, miembros de la generación campeona de Europa junior en 2000, pero también avanzadilla de una colonización progresiva y que tendrá continuidad: hay un gran número de promesas emergentes y Francia es vigente campeona de Europa Junior y cadete, además de seguir forjando talentos en el inigualable Insep. Jordi Plà nos explica este fenómeno
Hace unos pocos años hablar de Francia y en el mismo párrafo hablar también de la NBA era contar mentiras, dar carácter verídico a la ciencia-ficción. De hecho, el siglo XXI ya era una realidad como cualquier otra y lo francés en la NBA todavía era un cuento chino. Cinco años más tarde, todo ha cambiado. No sólo hay jugadores franceses en la mejor liga del mundo sino que el buen ojeador americano ya no sale de casa sin un diccionario inglés-francés entre sus bártulos. Que la historia es de los historiadores no pasa de ser un eufemismo para decir que es de los vencedores, y en ella Francia y sus innumerables colonizaciones ocupan unos buenos capítulos. Martinica o Guadalupe fueron y son vivero de franceses de la efe a la ese, y al paso que vamos Francia será muy pronto otra colonia. En este caso, de la NBA. La penúltima prueba se dio en la pasada liga de verano de Las Vegas. En ella, y en los cinco partidos que jugaron los Denver Nuggets, se vio a un chico de 23 años de nombre Yakhouba y de apellido y nombre baloncestístico Diawara. Los fieles del baloncesto italiano ya sabían de este alero de 2,00m, pues a principios de año llegó al Climamio de Bolonia procedente del Dijon francés. Acabó la temporada con la Effe anotando 10,6 puntos con un 68% en tiros de dos y un 54% en triples, además de irse a casi cuatro (3,8) rebotes por partido. Números que la ruleta de Las Vegas no multiplicó, pero tampoco empeoró: 11,8 puntos con un 55% en tiros de campo y 3 rebotes en 23 minutos de juego. Resultado, dos años garantizados por parte de la franquicia de Colorado.
Fertilidad deportiva programada
Luego, los dos anillos de San Antonio han dado la razón a Popovich, y el tiempo y los partidos han modelado a Parker y a sus condiciones físicas, han engordado su juego con sesiones personales de tiro. Pero el bagaje táctico, el sentido colectivo del juego ya estaba en el producto escogido por los Spurs en junio del 2001. El primer base francés en la historia de la liga americana no fue sólo eso. Es también el jugador que ostenta el mayor número de partidos de Playoff jugados antes de los 24 años en la historia de la liga, y por entonces fue el pionero en la importación americana de jugadores franceses, de jugadores con físicos mayúsculos y con bagaje táctico individual y colectivo, el gran vacío del baloncesto americano universitario y de instituto de las últimas temporadas. Puertas abiertas A los pocos días de que TP consiguiera su primer anillo de campeón de la NBA, los Golden State Warriors escogían en el número 11 del draft del 2003 a Mickael Pietrus, el siguiente producto francófono en aterrizar en la tierra prometida. Pietrus llegaba procedente del Pau Orthez, después de cuatro años en el mejor equipo galo de por entonces. Con él y su 1,98m se inauguraba otro patrón en la importación: elementos polivalentes capaces de ocupar hasta tres posiciones en el campo. Nacido en Abimes, en Guadalupe, la apuesta por Pietrus tiene más logro que el que enseñan sus estadísticas en los Warriors, porque estar en medio de Parker y Diaw en la cronología de sucesos no es el mejor lugar para despuntar. En cualquier caso, Pietrus lleva tres temporadas en la liga con unos números bien sólidos, y su relevancia en la selección nacional está fuera de toda duda. Como desde esta temporada lo está la de Boris Diaw, la confirmación de que a lo mejor sí es oro todo lo que reluce en Francia. Llegado por la puerta 21 del mismo draft que Pietrus, y después de un par de temporadas perdido en la mediocridad y el banquillo de Atlanta, la apuesta de otros dos incondicionales del Viejo Continente como Mike DAntoni y Jerry Colangelo han hecho de Diaw el paradigma de hombre alto polivalente, del objeto poliédrico no identificado: 14 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias por noche jugando debajo de la cesta. Una explosión a los 24 años que tiene sus raíces tanto en el Insep (tres cursos) como en el Pau Orthez (otros tres).
Una fe casi ciega por todo lo francófono que podría llevar al baloncesto americano en muy poco tiempo a Mamouto Diarra (Chalon, alero del 80), único jugador de la «generación de Parker» que todavía no está en la NBA y que este junio ya estuvo en San Antonio participando en un Workout de los Spurs. O también, y en pocos años, a jóvenes realidades como Sourata Cisse (Pau Orthez, escolta del 86), Mickael Mokongo (Chalon, base del 86) o los recientes campeones de Europa Junior Ludovic Vaty (Pau Orthez, ala pívot del 88), Alexis Ajinca (Pau Orthez, pivot del 88), Nicolas Batum (Le Mans, alero del 88) y Antoine Diot (Insep, base del 89). Todos menos Mokongo y Batum con pasado en el Insep, otra distinción que cotiza y vende en la tierra adoptiva de este protectorado baloncestístico llamado Francia.
Jordi Plà Últimos artículos del autor
|