![]() ![]() Syracuse-Connecticut: Seis prórrogas para la historia El Syracuse - Connecticut de la NCAA ha entrado por la puerta grande en la historia del baloncesto merced a sus seis prórrogas, en un encuentro inolvidable de casi cuatro horas que deparó cifras insólitas y ha suscitado numerosos comentarios en Estados Unidos por su épica y emoción
No, no era la final del torneo sino un encuentro sencillamente inolvidable, que se decidió por 127-117 para Syracuse después de ¡seis prórrogas! El choque, que comenzó a las 21:37 y que duró tres horas y cuarenta y cinco minutos, pudo tener un guión bien distinto si Eric Devendorf hubiera lanzado el balón una décima antes en el tiempo reglamentario. La historia resultó casi tan increíble como el propio show de las prórrogas. Con 71-69 para Syracuse, el base de UConn cogió un rebote en ataque y logró empatar el encuentro a falta de un segundo para su finalización. Sin embargo, sacando desde su propia canasta, un pase de un extremo a otro de la cancha le llegó a Devendorf que tiró en una posición inverosímil para ganar el encuentro. Y anotó. Su euforia le llevó a subirse a la mesa de anotadores para celebrarlo y su afición estaba en las nubes cuando los árbitros, tras consultar el vídeo, determinaron que el triple era fuera de tiempo. Habría prórroga. En ella, la igualdad fue una constante y las diferencias eran muy estrechas. Connecticut rozó la gloria pero un mate de Rick Jackson mandó al partido a un segundo tiempo extra: 81-81. En ella, cada posesión sonaba a trascendental pero los nervios jugaron una mala pasada y el aro escupió las últimas posesiones de cada equipo. En los ocho segundos finales cada conjunto tuvo su oportunidad pero el balón no quiso entrar y la tercera prórroga era un hecho (87-87). Aquí, el guión fue bastante diferente y el encuentro ganó en acierto, en belleza y, por supuesto, en épica. Por si faltaba algo de ella, claro. UConn se puso con seis de ventaja en el luminoso a falta de dos minutos aunque -oh, sorpresa-Syracuse remontó. Price, que llevaba 7 de 8 en tiros libres, tuvo la oportunidad de dejar el partido sentenciado para su Connecticut pero su fallo y un formidable triple de Rautins conseguían rizar el rizo: 98-98. Los dos últimos tiros errados por Adrien y Price condenaban al encuentro a otros cinco minutos de batalla. El cuarto periodo extra fue un calco del segundo. Aunque con los papeles cambiados. En esta ocasión, fue UConn quien tenía el balón para la victoria pero no acertó y Syracuse el que contó con diez segundos para conquistar el encuentro. Sin embargo, dos nuevos falos de Harris, taponado bajo el aro, provocaron que el mito creciera: 104-104. ¡Quinta prórroga! Nuevamente, Prince máximo anotador de Connecticut al final del choque- tuvo en su mano cambiar el signo del partido pero su triple final, cuando el marcador señalaba empate a 110, no quiso entrar y el rebote en ataque no fue aprovechado por Adrien para rematar de una vez la faena. La incredulidad era máxima. El partido tendría un sexto tiempo extra y las miradas eran de verdadera perplejidad. Los jugadores por el suelo, estirando, los aficionados dudando entre mirar el reloj por las horas de sueño que perderían o parar el tiempo para disfrutar de un instante único. Y la prensa tirando de diccionario para buscar los adjetivos más épicos existentes para un encuentro sin igual. Syracuse, que siempre había estado por detrás de su oponente en todo momento, consumó la sorpresa y acabó conquistando un encuentro de ensueño por su mayor temple y frescura en el último cuarto, merced a sus 2+1 y triples finales. Para una vez que se ponían delante, no iban a desaprovechar la ocasión. No obstante, la diferencia final de diez puntos (127-117) no reflejaba lo agónico de la velada. La batalla tocaba a su fin tras 70 minutos de una locura maravillosa, al mismo tiempo que se iniciaba la leyenda. No era para menos.
Daniel Barranquero Últimos artículos del autor
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